ALBERTI
Además de poesía, fundamentalmente, teatro (El hombre deshabitado, Noche de guerra en el Museo del Prado) y prosa (La arboleda perdida), también destacó como pintor. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Literatura y tras una crisis espiritual, su vida poética y personal se encaminó hacia el compromiso social y político.
Su primer poemario Marinero en tierra, recuerda con nostalgia su infancia en Cádiz, aunando tradición popular y vanguardismo. En La amante y El alba de alheli, reinterpreta tradición e innovación en un tono alegre y, a veces, burlón.
La influencia vanguardista es mayor en Cal y canto, obra en la que combina la estrofa clásica (soneto), la influencia gongorina y los temas futuristas. El tema existencialista está presente en Sobre los ángeles, en el que muestra cierta desilusión y desconcierto motivado por una profunda crisis espiritual. El lenguaje se vuelve oscuro y hermético predominando las metáforas complejas.
En la poesía del destierro, muy heterogénea en cuanto a temas, estilo y ritmos, Alberti aborda la problemática social y política y mira con nostalgia su infancia y juventud (Retornos de lo vivo lejano).
Entre el clavel y la espada
, es un poemario en el que reflexiona sobre las consecuencias de la guerra, en un tono entre melancólico y elegiaco, y en el que se descubre la doble motivación de su poesía; el
compromiso social y político unido a lo bello e intimo. La intencionalidad política es más directa en
Coplas de Juan Panadero, en las que a través de la
sátira y el verso breve, critica
la situación social y política del país