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EL SIGLO XVIII O "SIGLO DE LAS LUCES"

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CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL: LA ILUSTRACIÓN

En las primeras décadas del siglo tiene lugar la "crisis de la conciencia europea", que trajo la/revisión de de todos los aspectos religiosos y políticos sobre los que se basaba la cultura del Antiguo Régimen. Se inicia así un movimiento reformista, La Ilustración.

Este movimiento intelectual y renovador exalta la razón como único medio para guiar a los pueblos hacia el progreso y la felicidad. Sus bases son la crítica universal y la experimentación.

La Ilustración se inicia en Francia y se extiende a toda Europa. Se fundamenta en las ideas reformistas de Descartes (considera la razón como base del conocimiento humano), Locke y Newton, y en las teorías económicas de Adam Smith. Sus teóricos fueron Voltaire, Montesquieu y Rousseau. Los ilustrados reunieron todos los conocimientos de la época en la Enciclopedia, dirigida por Diderot, D'Alambert y Rousseau. La Enciclopedia fue el vehículo de difusión de las ideas ilustradas.

Entre las reformas ilustradas destacan: -La instauración del despotismo ilustrado como forma de gobierno. El lema "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" significa que son los gobernantes los que aplican las reformas desde arriba.

-El desarrollo de la teoría del bienestar social. Algunos descubrimientos científicos (máquina de vapor, vacuna, electricidad...) contribuyeron a mejorar la calidad de vida.

-La implantación de la filosofía y la ciencia como saberes fundamentales. Los ilustrados someten todo a la razón. Desde el punto de vista religioso desarrollan un fuerte anticlericalismo. La educación será la base del progreso. Estas ideas desembocaron al final del siglo en el estallido de la Revolución francesa (1781) que enfrió el entusiasmo de los ilustrados.

El SIGLO XVIII EN ESPAÑA

El siglo XVIII es una época de transformaciones sociales, científicas y culturales. Se inicia con la dinastía de los borbones que adoptaron el despotismo ilustrado. Felipe V y Fernando VI intentaron un reformismo total luchando contra el estado de decadencia y atraso en que se encontraba el país.

Durante el reinado de Carlos III, los ilustrados realizaron una serie de reformas políticas, económicas, sociales y culturales: centralizaron la administración y fortalecieron el poder real frente a la iglesia y la nobleza, lo que trajo la expulsión de los jesuítas, se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País para estudiar medidas, dirigidas al progreso de la nación (la Sociedad Vascongada fomentó la agricultura, el comercio y la industria) ,se instala el alumbrado público, se fundan organismos para la difusión de la cultura: Real Academia Española (1713), que publicó el Diccionario de Autoridades, la Ortografía y la Gramática; la Biblioteca Nacional (1712) fundada por FelipeV y la Real Academia de la Historia.

Aunque tarde, la Ilustración se introduce en nuestro país por los viajes que realizan los intelectuales españoles a Europa, por las revistas y periódicos que informan de la nueva ideología (El Censor, Correo de Madrid) y por medio del gobierno. Los ilustrados españoles (Campomanes, Jovellanos, Olavide y Feijoo) pretendieron cambiar la mentalidad del país, pero desembocaron en la utopía y el idealismo.

Al morir Carlos III sube al trono su hijo Carlos IV, pero el estallido de la Revolución francesa puso fin al proceso ilustrado y algunos innovadores españoles se inclinaron hacia el conservadurismo y la contrarrevolución.

Tendencias de la literatura española

La literatura se convierte en vehículo de transmisión de las ideas ilustradas. Guiada por el principio del "buen gusto", se convierte en un instrumento de reforma bajó el lema de enseñar (deleitando) Su finalidad es ser útil a la sociedad para mejorarla y modernizarla.

En la literatura del siglo XVIII se distinguen los siguientes periodos.

-Posbarroquismo: durante la primera mitad del siglo pervive el gusto barroco, se imita a Góngora. Aparece el movimiento denominado rococó. En este periodo destacan Feijoo y Luzán.

-Neoclasicismo: en la época de Carlos III cuaja la estética neoclásica, la literatura ilustrada. Se basa en la imitación de la naturaleza desde la perspectiva aristotélica y se rige por las normas clásicas. Se rechaza el sentimiento. Los mejores representantes de esta tendencia son Leandro Fernández de Moratín y José Cadalso.

-Prerromanticismo: en las últimas décadas se rechaza la normativa neoclásica y se ensalzan los sentimientos sobre la razón. Algunos autores ilustrados, como Jovellanos o Cadalso, se dejan llevar por esta nueva sensibilidad romántica.

En cuanto a los géneros literarios se sigue cultivando la poesía, se crea la prosa moderna, y el ensayo se convierte en el género por excelencia. También se cultivan el informe político y científico, el artículo periodístico, la reseña bibliográfica, el género epistolar, la sátira y los libros de viajes.

La poesía

Entre los géneros poéticos cultivados destacan:

-La anacreóntica y la pastoril, influida por el Renacimiento. Es una poesía que canta los placeres del amor, del vino, de la fiesta o de la danza.

-La sátira, la epístola y las odas, propias de una poesía social. Tratan temas cívicos, como la amistad, y los descubrimientos humanos, como la invención de la imprenta.

-La fábula, que responde a la preocupación didáctica del siglo. Destacan en este tipo de poesía Félix María de Samaniego, que tiene como modelo a Esopo y La Fontaine. Sus fábulas más famosas son La cigarra y la hormiga, La zorra y Los gatos escrupulosos y Tomás de Iriarte con El burro flautista, la ardilla y el caballo y El mono y el titiritero.

Autores y tendencias poéticas de la poesia

En la primera mitad del siglo la poesía presenta un estilo barroco que imita a Góngora y Quevedo, aunque más tarde estará presente la influencia de Garcilaso. En esta tendencia destacan Álvarez de Toledo, Torres Villarroel o Gerardo Lobo.

Pero paulatinamente se tiende a hacer más sencilla la poesía. Surge, entonces, la poesía rococó. Alonso Verdugo, conde de Torrepalma y José Antonio Porcel representan esta época de transición, en la que predominan el refinamiento, versos cortos y estrofas breves, la naturaleza, el amor, la belleza femenina, en un marco de fiestas y rico vestuario, presidido por la galantería, la coquetería y la frivolidad, con un fondo de paisajes delicados y artificiosos.

En la segunda mitad se impone la poesía neoclásica o ilustrada. Sus principios se encuentran en la poética de Luzán:"la poesía es imitación de la naturaleza con doble finalidad: utilidad y deleite". Esta poesía vuelve sus ojos a los grandes poetas españoles del siglo XVI (Garcilaso y fray Luis de León),a Horacio, Anacreonte, también a la tradición popular española de romances, letrillas... Existen dos escuelas poéticas: salmantina (Cadalso, Jovellanos y Meléndez Valdés) y madrileña (Nicolás y Leandro Fernández de Moratín).

José Cadalso cultivó todos los géneros literarios, publicó sus poemas con el título Ocios de mi juventud. Destacó con sus sonetos sobre el poder del tiempo y Renunciando al amor.

Gaspar Melchor de Jovellanos fue famoso por sus sátiras, que encierran un hondo afán de reforma social (Sátira a Arnesto, en la que critica a la nobleza, y la epístola De Jovino a Anfriso desde el Paular).

Juan Meléndez Valdés, conocido por sus famosas anacreónticas sobre el amor (A una fuente y Filis, ingrata Filis). Sus modelos son Garcilaso y fray Luis de León.

Nicolás Fernández de Moratín escribió poemas de gran valor plástico como Fiesta de toros en Madrid. Su hijo Leandro fue uno de los escritores más reconocido por su poesía satírica en la que censura las malas costumbres de la época (A Claudio).

Al final del siglo, se inicia una etapa más intimista y sentimental que anuncia el Romanticismo del siglo XIX. A esta etapa pertenecen los escritores de la escuela sevillana: Nicasio Álvarez Cienfuegos, José Marchena, José María Blanco-White o Alberto Lista, maestro de Espronceda y Bécquer.



Prosa: el ensayo y la crítica

La prosa aparece unida al afán didáctico de la época.

En la primera mitad del siglo aparecen vidas de santos, sermones, libros históricos o narraciones de carácter popular con un lenguaje barroco. El autor más destacado es Diego de Torres Villarroel. Se consideró seguidor de Quevedo y tituló una de sus obras Visiones y visitas de Torres con Quevedo por Madrid. Escribió también un conjunto de Sueños, en los que igual que Quevedo critica a médicos, alguaciles, nobles...Su obra más importante es una novela autobiográfica emparentada con la picaresca: Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel.

Hacia la mitad del siglo se inicia el periodo plenamente neoclásico en el que destacan dos géneros: el ensayo y la crítica.

El ensayo trató temas como la decadencia del país, la educación, la situación social y cultural de la mujeres, la dignificación del trabajo, la religión, las costumbres...

El primer ensayista es fray Benito Jerónimo Feijoo. Sentó las bases del lenguaje ensayístico posterior (ágil y desenfadado) Para él la experiencia, la observación y la crítica eran las bases del progreso humano. Sus obras más conocidas son Teatro crítico universal, en la que pretende desterrar errores cometidos en los campos del saber, y Cartas eruditas y curiosas. Defensor de la religión frente a las falsas supersticiones, atacó los errores cometidos en la enseñanza y promovió la física experimental. Entre sus temas se encuentran: el bien común, el trabajo, la libertad, la paz, la educación. Propone frente a la ociosidad nobiliaria y el desprecio al trabajo, una sociedad laboriosa.

Uno de los ilustrados más destacados fue Gaspar Melchor de Jovellanos. Entre sus obras se encuentran: Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas en la que defiende que las formas de entretenimiento estén incluidas en los planes ilustrados de reforma. Critica espectáculos sangrientos, como el de las corridas de toros, defiende las fiestas populares y el teatro que se ajuste a las reglas neoclásicas, Informe sobre la ley agraria, siguiendo a Adam Smith, analiza las causas del atraso de la agricultura y propone sistemas de cultivo, regadíos, desamortización de las tierras de la iglesia y la nobleza, Memoria sobre la educación pública, obra en la que manifiesta que la educación es la base de la prosperidad de la nación. Insiste en la prioridad de los métodos experimentales y en el aprendizaje de otras lenguas modernas, junto con la realización de lecturas complementarias.

La crítica fue muy utilizada para satirizar vicios y costumbres. Uno de sus máximos representantes fue José Cadalso con su

obra Cartas marruecas. Esta obra sigue el modelo epistolar de las Cartas persas de Montesquieu, en las que se ofrece la crítica de un país con los ojos de un extranjero. La crítica se centra en tipos sociales y diversas costumbres: la nobleza inútil y parasitaria, el excesivo número de religiosos, el menosprecio de la ciencia y del conocimiento, así como del comercio y de la industria...Entronca con Quevedo y Gracián por su fina ironía. Cadalso será un claro anteceden te de Mariano José de Larra y la generación del 98. Conviven en Cadalso los ideales ilustrados de reforma y el pesimismo del intelectual decepcionado y escéptico consciente de las dificultades de reforma.

Otro vehículo transmisor de la cultura y de las ideas ilustradas fue el artículo periodístico. Además de periódicos informativos como La Gaceta de Madrid, nace la prensa polémica con publicaciones como El censor de Luis García del Cañudo o El pensador de Clavijo y Fajardo.

La prosa de ficción tuvo menos acogida, aunque destaca Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, relato novelado del padre Isla en el que hace una crítica mordaz contra la oratoria sagrada barroca.

En las últimas décadas del siglo se inicia una corriente renovadora en la que se escribe una prosa que se desarrolla en un ambiente idealizado y melancólico. Sobresale Cadalso con su obra Noches lúgubres, en la que se relata la desesperación del protagonista por la muerte de su amada, Ma Ignacia Ibáñez. El lenguaje enfático y sentimental, así como la ambientación nocturna, los sepulcros son el precedente de la prosa romántica posterior.

Teatro neoclásico y teatro prerromántico

El teatro sigue siendo el género literario de mayor importancia social. El teatro del siglo XVIII se convirtió en una verdadera escuela pública; por eso, desde el escenario, se difundieron las ideas reformistas y pedagógicas.

En las primeras décadas de siglo perviven las comedias barrocas: comedias de magia, comedias de santos, comedias de bandidos o comedias costumbristas, comedias de capa y espada y de enredo al estilo de las del siglo anterior y comedias heroico-militares, que exaltaban los sentimientos patrióticos y evocaban las pasadas glorias nacionales. Entre los autores de esta primera mitad se encuentran José de Cañizares y Antonio de Zamora, autor de una refundición de El burlador de Sevilla titulada No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, pieza que se representará el Día de Difuntos hasta que en el siglo XIX fue sustituida por Don Juan Tenorio de Zorrilla

Los ilustrados se rebelaron contra la influencia de la comedia del Siglo de Oro, que se seguía representando, sobre todo a Calderón de la Barca. Es fámosa la polémica sobre el teatro entre reformadores y tradicionalistas. Los primeros pretendían restablecer los preceptos clásicos y dotar a las obras de intención didáctica.

Teatro neoclásico

Surge hacia la mitad del S.XVIII. Vinculado a las ideas ilustradas, está dirigido a la clase media y tiene una finalidad didáctica.

Las características de este teatro son: la separación de géneros, respeto a la regla clásica de las tres unidades ( una acción que se desarrolla en un solo lugar y en un tiempo máximo de 24 horas), carácter didáctico, planteamiento verosímil, acorde o parecido a la realidad, la estructura consta de tres actos.

Los géneros más representados son la tragedia y la comedia.

La tragedia neoclásica toma como modelo la griega o la francesa (Corneille y Racine), trata temas de la Antigüedad clásica o de la historia nacional que se convierten en ejemplos para la sociedad. Ejs. Guzmán el Bueno de Nicolás Fernández de Moratín, Raquel de Vicente García de la Huerta, que relata los amores de una judía en la corte del rey Alfonso VIII en Toledo, Pelayo de Jovellanos, Sancho García, conde de Castilla de Cadalso,

La comedia neoclásica o comedia de buenas costumbres: alcanzó el éxito popular con Leandro Fernández de Moratín, por lo que suele recibir la denominación de comedia moratiniana. En sus cinco comedias censura las malas costumbres: El viejo y la niña, El barón y El sí de las niñas critican los matrimonios concertados; La comedia nueva ó~ET café satiriza las obras teatrales que desean combatir los ilustrados; La mojigata critica la falsa piedad y la hipocresía religiosa, así como la mala educación de los Jóvenes. Los precedentes de Moratín se encuentran en la comedia de Iriarte (El señorito mimado y La señorita malcriada, en las que se censura la educación de algunos jóvenes consentidos).

La obra de Moratín supone abrir las puertas a lo que será el teatro contemporáneo. La comedia realista del XIX, la alta comedia, establece un puente entre la comedia moratiniana y buena parte del teatro del S.XX, pues Moratín había conquistado para el teatro un lenguaje natural que lo alejó de la artificiosidad de la dramaturgia anterior.

Los géneros dramáticos de mayor aceptación popular fueron el saínete y la comedia sentimental.

El saínete era una pieza teatral breve de carácter cómico que se representaba en los entreactos de las obras mayores. A este género se opusieron Samaniego, Iriarte y Moratín ya que distraída al público en los entreactos y hacía más difícil el propósito didáctico de la obra principal. El más destacado autor de saínetes es Ramón de la Cruz con La Plaza Mayor por Navidad y Manolo.

Teatro prerromántico

La comedia sentimental es un género de origen francés, la comedia lacrimosa, que llega a España en la década de los setenta. Jovellanos cultivó este género con la obra El delincuente honrado en la que critica la dureza de las leyes que castiga a los duelistas con la pena de muerte.

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