Rasgos del matrimonio católico y la familia como santuario de vida

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Rasgos del matrimonio católico según la DSI

El matrimonio cristiano es el que se produce por consentimiento (acto de la voluntad por el que el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituirlo).

Totalidad

El matrimonio exige totalidad, un proyecto estable para compartir toda la vida. Los esposos han de entregarse totalmente el uno al otro: cuerpo, sentimientos, inteligencia y voluntad. Una entrega de todo lo que son. No podemos amar nada más a una parte del otro.

Unidad y Indisolubilidad

Los rasgos esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad. Estas propiedades pertenecen a la propia naturaleza del matrimonio, de tal manera que sin ellos no se puede dar.

Unidad

Significa que el vínculo conyugal sólo puede ser único, de una mujer con un varón, y mientras permanezca ese vínculo no puede haber otros ni a la vez ni sucesivamente, porque en su origen está la mutua entrega y aceptación total de los cónyuges, que no puede darse si se reservan el derecho de entregarse a otros. En consecuencia, esta propiedad comporta la monogamia y la fidelidad.

Indisolubilidad

Por la propia naturaleza de la unión matrimonial, los cónyuges quedan vinculados entre sí mientras los dos vivan; son una sola carne, y la ruptura del vínculo se opone a la esencia del matrimonio.

Fidelidad

La indisolubilidad exige fidelidad, esencial en el matrimonio, la entrega total no permite el compartir el cónyuge. Tenemos que escuchar, crecer y madurar juntos, cultivando así la solidez de la unión.

Fecundidad

Capacidad de entrega y posibilidad de creación de un nuevo ser humano, de un hijo. La fecundidad del amor conyugal. La transmisión de la vida, un deber esencial del matrimonio cristiano esta unido al derecho de la educación de los hijos, tanto física como moral-religiosa.

La familia como santuario de vida

Esta afirmación significa que, las familias cristianas tienen la misión de ser testigos y anunciadoras del Evangelio de la vida. La familia contribuye de modo notable al bien social por medio de la paternidad y la maternidad responsables.

En cuanto a los medios para la procreación responsable, han de ser rechazados ciertos medios como la esterilización y el aborto, ya que va totalmente en contra de la naturaleza humana y de la sostenibilidad de una familia. Además, debemos rechazar la contracepción y recurrir a los métodos naturales de regulación de la natalidad. Esto comporta la decisión de vivir las relaciones interpersonales entre los cónyuges con recíproco respeto y acogida.

Se condena moralmente como atentados a la dignidad de la persona y la familia, y por ello son moralmente rechazables todos los métodos y todas las campañas encaminadas a la esterilización y la contracepción.

Todo esto, va en contra de nuestra naturaleza, va en contra del bien común, y por tanto hay que denunciar de manera moral para que no se convierta en algo habitual. Rechazamos pues, la “paternidad planificada”, utilizando la esterilización, el aborto y la contracepción como métodos anticonceptivos-artificiales o físicos más conocidos. En la perspectiva cristiana, la fecundidad es una exigencia del amor. El acto conyugal une a los esposos en el amor y los hace aptos para concebir una nueva vida. La paternidad responsable supone ser consciente de que engendrar una nueva vida no es algo simplemente biológico sino que implica a los padres en su razón, en su voluntad y en su dimensión espiritual.

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