El régimen estalinista y la política expansionista de Alemania

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Regimen estalinista

Stalin marcó un antes y un después en la trayectoria de la revolución soviética desde 1927 y gobernó el país hasta su muerte. El estalinismo se centró en consolidar la revolución en la Unión Soviética antes de explotar a otros países: se implantó una dictadura férreamente centralista. La consolidación de su poder se acompañó de un verdadero culto a su persona, de una represión contra la disidencia y de un control ideológico. Se transformó el Partido Comunista en una entidad monolítica de funcionamiento clientelar. Se potenció la burocracia y la nomenclatura, una verdadera élite que se situaba por encima de la sociedad. Se impulsó un proyecto de desarrollo económico que transformó a la URSS en una de las primeras potencias mundiales.

Planificación económica y la industrialización

Stalin defendía que la supervivencia de la URSS exigía un gran desarrollo económico basado en una rápida industrialización. Se optó por una economía planificada centrada en la colectivización. El proyecto partía de que el Estado consiguiese del campo pero también de otros sectores se procedió a la colectivización agraria forzosa como instrumento de control del campesinado y de la producción. Se forzó a los campesinos a integrarse en granjas colectivas o estatales. Se procedió a la destrucción de los kulaks como clase y a la represión y deportación de los campesinos que no querían integrarse en las granjas. El Estado controlaba la producción y la comercialización. Se obligó a poner un estricto racionamiento que estimuló el surgimiento del mercado negro. Para promover la industria se organizaron los planes Quinquenales. El objetivo era potenciar la industria pesada y las construcciones mecánicas así como la producción de energía y las infraestructuras. La URSS había experimentado un gran crecimiento económico que la había convertido en la tercera economía mundial.

La política expansionista de Alemania

La consecuencia del acceso de Hitler al poder en 1933 fue el abandono por parte de Alemania de la Sociedad de Naciones. Seguía los pasos por parte de Japón a raíz de su ataque a China en 1931 y fue objeto de condena por parte de la Sociedad de Naciones y precedía a Italia. Emergía una actitud de defensa de la fuerza como instrumento de la acción exterior. La política emprendida por la Alemania nazi para forjar el gran Reich y conquistar su espacio vital consiguió imponerse en Europa por medio de hechos consumados. En 1935 Alemania procedió a la anexión del Sarre, un territorio de población alemana que el Tratado de Versalles había confiado a la Sociedad de Naciones. Impulsó el rearme de la sociedad alemana estableciendo el servicio militar obligatorio. Hitler ordenó que su ejército ocupase la región de Renania, un territorio alemán fronterizo con los Países Bajos y Francia y cuya desmilitarización había sido prohibida expresamente por el Tratado de Versalles.

El fracaso de la política de apaciguamiento

La política de apaciguamiento, defendida especialmente por el primer ministro de Gran Bretaña Neville Chamberlain y aceptada por Francia, tuvo una de sus principales expresiones en su decisión de no intervenir en la Guerra Civil Española, negándole toda ayuda al legítimo gobierno republicano. Hitler, con la convicción de que las democracias no se atreverían a enfrentarse a él, lanzó una agresiva política exterior: en marzo de 1938 invadió Austria. Semanas después se anexionó la región checa de los Sudetes. En septiembre de 1938 convocó una conferencia de Berlín. En marzo de 1939 Hitler invadió y ocupó toda Checoslovaquia. En agosto de 1939 Alemania firmó un pacto de no agresión con la URSS y establecieron el derecho de la URSS sobre Finlandia y los países bálticos. El 1 de septiembre Alemania invadió Polonia con la excusa de recuperar el corredor de Danzig. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.

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