El Reino de Dios, el Ministerio Apostólico y el Fin del Mundo

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El Reino de Dios

¿A qué se refiere Jesús cuando habla del “Reino de Dios”?

Cuando Jesús habla del reino de Dios, no se refiere a un reino como un territorio. Cuando Jesús habla de reino, se refiere más bien al acto de reinar por parte de Dios, es decir, a la intervención concreta de Dios en la vida de las personas para hacerla plena y feliz. Por eso, aunque se hable de "reino", quizá sea mejor comprender "reinado". Como es una acción de Dios, el reino no puede ser fruto del esfuerzo humano. El reino aparece gratuitamente, como don de Dios hacia los hombres. Por tanto, las personas no lo pueden organizar, planificar o construir con sus solas fuerzas. El hombre no se ha creado a sí mismo y no puede, por tanto, darse a sí mismo su meta y plenitud. Sin embargo, el hecho de que sea un don no quiere decir que las personas no tengan que hacer algo por el reino: debe ser acogido. Para ello, las personas tienen que convertirse, cambiar de actitud. A los hombres les toca preparar el lugar donde se construye el reino que viene del mismo Dios a la tierra. Jesús anuncia que el reino de Dios está cerca, que ya está entre los hombres. Jesús cura enfermos, acoge y perdona a los pecadores, anuncia a los pobres una gran esperanza. Todo esto son signos de que el reino de Dios ya ha comenzado con Jesús, y de que con él Dios ha empezado a reinar entre las personas. Pero en el mundo aún existen el mal y el pecado. Esto significa que el reino aún no está desarrollado plenamente: ya está aquí, pero todavía no en plenitud. 

El Ministerio Apostólico

¿Qué triple dimensión tiene el ministerio apostólico?

Como sucesores de los apóstoles, a los obispos se les ha encontrado el mismo ministerio (=servicio) que ellos llevaron a cabo en la iglesia primitiva por expreso mandato de Jesús y que tiene in tripe dimensión:

Enseñar

En cuanto a dar testimonio de Jesús anunciando su mensaje; transmitir lo que ellos mismos han recibido; procurar mantener vivo e íntegro el mensaje de Jesús.

Santificar

(=hacer santo) sólo puede Dios, que lo realiza mediante los sacramentos. Por ello, los obispos deben presidir, personalmente o por delegación, las celebraciones litúrgicas; entre ellas, la más importante es la eucaristía.

Regir

No quiere decir imponer su voluntad personal según capricho o intereses particulares. Es estar al frente de una comunidad cristiana que se llama diócesis, es decir, encargarse del gobierno de la comunidad, tal y como los apóstoles lo hacían, y mantener la unidad de la Iglesia en el territorio que se le ha confiado

El Fin del Mundo

¿Qué diferencia hay entre “fin del mundo” y “esperanza de un cielo y tierra nuevos”?

La expresión "fin del mundo" es inexacta. Da a entender que Dios va a acabar con el universo que Él mismo ha creado. Es más correcto hablar de una renovación en Cristo, medida del hombre nuevo y, ligado a él, del mundo nuevo. Este nuevo mundo que vendrá con la segunda venida de Cristo en gloria tendrá dos características fundamentales:

- Dios tendrá su morada entre los hombres: ellos serán su pueblo y el Señor será su Dios. - Desaparición de todo dolor y sufrimiento.

Por eso, el nuevo mundo es una buena noticia para todos, especialmente para los que más sufren. El fin de este mundo supondrá la liberación definitiva del pecado y de todas las limitaciones. El hombre, que fue creado para amar, encontrará su plenitud viviendo de ese amor, y comienza ya a ser signo visible del Dios-amor. El fin de este mundo no significa una catástrofe, un desastre final, sino el momento en el que Jesús volverá para celebrar todo cuanto hayamos hecho por los demás. Como dice san Juan de la Cruz: “a la tarde te examinarán en el amor”

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