La Semana Trágica de Barcelona y la Crisis de 1917: Desestabilización política y social en España

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4. La Semana Trágica de Barcelona

La política colonial en Marruecos

La conferencia de Algeciras (1906) y el posterior Tratado Hispano-Francés supusieron el establecimiento de un protectorado franco-español en Marruecos.

A España se le concedió una franja en el norte, el Rif, y un enclave en la costa atlántica (Ifni y Río de Oro). La penetración española en esta zona se vio estimulada tanto por los intereses económicos como por la voluntad política de restaurar el prestigio del ejército.

Sin embargo, la presencia española en esta área estuvo contestada por las tribus bereberes (cavilas). Los continuos ataques de los rifeños obligaron a mantener una fuerte presencia militar española, que se intensificó a partir de 1909, cuando los rifeños derrotaron a las tropas españolas en el barranco del Lobo. Se decidió entonces incrementar el número de soldados españoles en el Rif para evitar la caída de Melilla. Para eso, el Gobierno ordenó el envío de tropas integradas por reservistas.

La Semana Trágica de Barcelona

En una ciudad donde se respiraba un clima anticlerical y antimilitar, la movilización de los reservistas catalanes provocó la indignación popular. En efecto, la situación de Marruecos y los errores del gobierno van a provocar la crisis, un estallido de violencia, la llamada Semana Trágica de Barcelona.

El 26 de julio se iniciaba una huelga general en Barcelona, convocada por Solidaridad Obrera, integrada por sociedades obreras anarquistas, y que degeneró en una violenta insurrección revolucionaria, con más de 200 barricadas, paralización de la vida urbana, incendio de más de 80 conventos e iglesias. El paro fue total. El gobierno declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas.

El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. El más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos.

Las consecuencias políticas

La Semana Trágica tuvo consecuencias políticas que llevaron a una desestabilización de los partidos del turnismo dinástico y la caída del gobierno de Maura (la campaña ¡Maura no! supone la ruptura con el Pacto del Pardo, los liberales se han posicionado a favor de las fuerzas en contra de Maura). El rey disolvió las Cortes y entregó el gobierno al líder liberal, Canalejas, que hasta su asesinato en 1912 llevó a cabo el último intento reformista desde dentro del sistema de la Restauración. En el Partido Conservador, tomó el mando Eduardo Dato, que formó gobierno en 1913 y murió en un atentado en 1921. En el Partido Liberal pugnaron el conde de Romanones y Santiago Alba por el poder.

5. Crisis de 1917

A comienzos de 1917, en España existía una situación de descontento general, que se vio agravada por la coyuntura de la Primera Guerra Mundial, que supuso un empeoramiento del nivel de vida de las clases populares en un momento de beneficios empresariales.

La crisis estalló en marzo de 1917, cuando la CNT y la UGT convocaron una huelga para protestar por el encarecimiento de los productos de primera necesidad. Ante esta situación, el gobierno de Dato suspendió las garantías constitucionales, clausuró las Cortes e impuso la censura de prensa. Durante el verano de 1917, el Gobierno tuvo que hacer frente a una crisis generalizada:

  • Las organizaciones sindicales convocaron una huelga general (conflicto obrero).
  • Los militares, en desacuerdo con el sistema de ascensos de los oficiales, conseguidos mayoritariamente por méritos de guerra y que beneficiaban a los militares africanistas, se organizaron en unas Juntas de Defensa (conflicto militar).
  • Los partidos opositores se reunieron en una Asamblea de Parlamentarios, convocada por la Lliga Regionalista, en la que reclamaron la formación de un gobierno provisional, la celebración de Cortes Constituyentes para elaborar una nueva constitución y la descentralización del Estado (conflicto político). La reacción del Gobierno fue represiva: la huelga obrera fue duramente reprimida por el ejército encarcelando a los miembros del comité de la huelga. Las Juntas de Defensa militares fueron disueltas.

Ante el peligro de una revuelta y de la ruptura del país, el ejército apoyó a la monarquía y la oposición de la burguesía, representada en la Asamblea de Parlamentarios, también retrocedió ante el miedo a la revolución social. El fracaso del movimiento permitió al sistema que se mantuviese cinco años más.

6. La descomposición del sistema parlamentario (1918-1923)

A partir de 1918 se agravó la crisis del sistema de la Restauración. A los antiguos problemas (carácter oligárquico del Gobierno, fraude electoral, división de los partidos del turnismo), se sumaron la crisis económica y social, que provocó la radicalización del movimiento obrero y el incremento de los conflictos sociales, y el desastroso movimiento de la guerra de Marruecos.

Crisis económica y agitación social

El fin de la Primera Guerra Mundial supuso la reducción de las exportaciones españolas y la economía entró en una profunda crisis. En esta situación de recesión, con una fuerte inflación y una escasa demanda, miles de personas perdieron su empleo y los sindicatos reaccionaron con huelgas y protestas.

La crisis tuvo un especial impacto en Cataluña, que era la zona más industrializada y la que más se había beneficiado del auge económico durante la guerra. El movimiento de la huelga más importante tuvo lugar en 1919 en La Canadiense, la empresa que abastecía de electricidad a Barcelona y su zona industrial. Los sindicatos y la patronal alcanzaron un acuerdo que incluía la jornada laboral de ocho horas. En cambio, el incumplimiento del compromiso de readmisión de los trabajadores despedidos reactivó el conflicto y produjo una radicalización de las posturas y derivó en el pistolerismo.

Entre 1918 y 1921 también se produjeron movilizaciones en el sur de España, principalmente en Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura. Se exigía la repartición de las tierras para los campesinos siguiendo el ejemplo de la Revolución Rusa, por lo que ese periodo se conoce como trienio bolchevique. El gobierno reaccionó declarando el estado de guerra, encarcelando a los líderes campesinos e ilegalizando las organizaciones obreras.

La descomposición política

La crisis de 1917 agravó la situación política. Por una parte, la fragmentación de los partidos del turnismo impedía la existencia de mayorías parlamentarias estables. Por otra parte, la división y debilidad de la oposición impedía articular y construir una alternativa al sistema de la Restauración.

Para superar la situación, el sistema recurrió a una nueva fórmula: los gobiernos de concentración, que integraban a los partidos dinásticos y algunos políticos de la Asamblea de Parlamentarios y la Lliga Regionalista. Esta fórmula suponía, en la práctica, la quiebra del turnismo de partidos tal y como había sido diseñada por Cánovas. El más relevante fue el llamado Gobierno Nacional, presidido por Maura en 1918, que incluía a todos los jefes parlamentarios de los partidos monárquicos. Este intento solo duró siete meses debido a las diferencias internas.

Tras el fracaso de los gobiernos de concentración se volvió al turnismo de partidos. Entre 1918 y 1923 se sucedieron una decena de gobiernos inestables que, ante la falta de mayorías parlamentarias claras, recurrieron con frecuencia a medidas de excepción: suspensión de garantías constitucionales y clausura del Parlamento. La crisis política permanente.

El problema de Marruecos: Annual

El dominio del protectorado de Marruecos era fuertemente sostenido por una parte del ejército, los llamados militares africanistas, y por el propio Alfonso XIII. Empresas españolas también mostraron interés por la construcción de ferrocarriles y la explotación de los recursos mineros de la zona.

Después de los incidentes acaecidos en 1909 hubo un segundo momento crítico en el verano de 1921, cuando las tropas españolas iniciaron un avance desde Melilla con el fin de consolidar la ocupación del territorio. La acción, mal dirigida y planificada por el general Silvestre, pero que contaba con el apoyo del rey, terminó en la derrota en Annual. Los ataques y emboscadas contra las tropas españolas, inexpertas y dispersas en la multitud de pequeñas fortificaciones, dieron lugar a una retirada masiva y desordenada, desembocando numerosas muertes, entre ellas las de Silvestre.

El desastre de Annual provocó grandes protestas y los diputados republicanos y socialistas reclamaron en el Parlamento el abandono de Marruecos y la petición de responsabilidades sobre los hechos. La comisión militar de investigación, presidida por el general Picasso, puso de manifiesto grandes irregularidades.

Socialistas y republicanos expusieron la posible responsabilidad del rey, con quien Silvestre tenía relación directa. En 1923, poco antes de que el Congreso emitiese su dictamen sobre el informe (Expediente Picasso), el golpe de Estado de Primo de Rivera impidió conocer las conclusiones de la investigación sobre el desastre de Annual.

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