Tácito: Historiae y Annales

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Tras el libro sexto, se termina la parte conservada de los libros de Historiae

La mayoría de historiadores y eruditos defienden la idea de que la obra se divide en dos héxadas, terminando la primera con la muerte de Vespasiano en el 79. La segunda héxada se dividiría en dos partes: la primera con el reinado de Tito, y la segunda con el reinado de Domiciano hasta su muerte.

2.4. Annales

Tácito denomina así a la obra más que nada por el concepto que alude este término: escrito relativamente corto que narra la historia de un año. Probablemente el título original de la obra fuese Ab Excessu Diui Augusti. La datación es incierta, ha sido objeto de muchas conjeturas. La idea más apoyada gira entorno el año 111.

En cuanto a la extensión, solo conservamos hasta la mitad del siglo XVI, en el año 66, aunque realmente no sabemos el porqué. Se duda en que si se debe a la pérdida del resto, o a que Tácito no concluyó la obra. Cabe destacar que hasta el libro XVI no conservamos la totalidad de la obra ni mucho menos, hay libros más y menos completos que otros.

En el primer capítulo, Tácito deja claro que va a ser imparcial, criticando a los historiadores que realmente escribían por el interés de los emperadores. En el conjunto de los capítulos iniciales, basa su obra en la sucesión de Augusto, con un carácter introductorio.

La primera héxada del libro, adjetivada tiberiana, por el hecho de que Tiberio es el personaje principal, se divide en dos partes. La primera, a pesar de ser la héxada de Tiberio, se centra en Germánico, y la segunda, esta si, en Tiberio, pero un Tiberio resentido y despiadado, debido al asesinato de su único hijo Druso por el valido de Tiberio, Sejano. En el libro V, apenas conservado, se narra la ejecución de este, junto a sus seguidores, sospechosos de conspiración.

Los Annales conservados continúan con el reinado del emperador Claudio en el libro XI, saltandonos el reinado de Calígula. Los libros de Claudio narran su vida, centrándose en sus esposas: Mesalina, en el libro XI, y Agripina el XII. El asesinato de Agripina, deja paso al libro XIV, siendo Nerón el personaje principal. También se narran asuntos exteriores. Estos asuntos siguen en el libro XV, junto al incendio de Roma del año 64, y a la persecución de los cristianos. La parte conservada del último libro se centra en la continuada represión de Nerón.

3. Estilo, lengua y modelos

Si hay algo que queda claro en las obras de Tácito es la concisión. Esta concisión es denominada breuitas, en contra partida de ubertas, la prosa sobrecargada de Cicerón, de la cual huye. La concisión de Tácito va acompañada por un lado de solemnidad y por otro, de la asimetría de sus oraciones. Sorprende la voluntad que le pone a la búsqueda de expresiones que huyan de lo informal o incluso usual. para ello, utiliza arcaísmos, cultismos, o incluso giros poéticos de efecto trágico. También es destacable la forma con la que le gustaba finalizar sus narraciones o descripciones: con una sentencia de carácter reflexivo. La originalidad es un factor que define muy bien a Tácito, ya que se le etiqueta como historiador dramático, debido a sus giros poéticos, ya comentados, o a sus remates tragédicos. Una característica muy importante de Tácito, es el hecho de que marca en la historiografía la representación de lo individual, de la personalidad del personaje del que habla. Esto marca su diferencia de los demás escritores clásicos, y lo hace ser un escritor muy moderno. Rechazaba los datos anecdóticos, y solía prescindir de detalles geográficos o técnicos muy concretos, especialmente en las narraciones de episodios militares. Su excesivo pesimismo se refleja en su escepticismo y en sus interpretaciones sobre las conductas. Se muestra muy crítico con las actitudes colectivas. Se duda mucho respecto al género literario que desarrolla Tácito, sobre todo en su obra Agrícola, la cual tiene parte de biografía, monografía y laudationes fúnebres. Quizás, al ser una de las pocas que se han conservado, parece un caso extraño.

En cuanto a sus modelos, al igual que muchos historiógrafos latinos, uno de sus máximos exponentes fue Tucídides. Aunque es sorprendente la selección de información que realiza, ya que no son los grandes analistas en los que se fija, como Tito Livio o Salustio, sino en otros de menos relevancia literaria, como Aufidio Baso, Servilio Noniano o Plinio el Viejo, los cuales nombra en sus obras, sin embargo, la mayoría de obras de estos se han perdido.

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