El teatro de Juan Mayorga: crítica y reflexión

Clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 3,44 KB

Nació en Madrid y estudió Filosofía y Matemáticas

Actualmente es Director de la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de la Real Academia Española. Pertenece al segundo grupo de autores relacionados con el Premio Marqués de Bradomín, (“Generación de Bradomín”) dramaturgos que se empezaron a estrenar a principios de los años noventa. José Sanchis Sinisterra, le servirá de inspiración para tratar en sus obras el metateatro. Teatro 1989-2014, editado por “La Uña Rota” recoge la obra completa del autor. En 2011, funda la compañía La Loca de la Casa.

La producción teatral de Mayorga

se basa en un teatro de palabra y pensamiento (Mi padre lee en voz alta) y de carácter histórico (El traductor de Blummemberg). Mayorga llega al fondo de las situaciones y de los conflictos, a la realidad social (El chico de la última fila, también llevada al cine) y política (Hamelin) de nuestro tiempo. Concibe el teatro como espacio crítico de la realidad, como escuela de la sospecha. Lleva más de dos décadas experimentando formas de pensar y contar la realidad presente y pasada desde el escenario con un hilo conductor que puede entenderse como una línea de vida. La libertad frente al poder; la historia y la memoria, el arte y la crítica, el individuo y lo colectivo: los temas están ligados en todas sus obras.

La formación de filósofo y matemático del dramaturgo

deja profundas huellas en su concepción del arte y en su escritura, movida por llevar a escena lo complejo desde un lenguaje dramático sencillo (tan nítido como las fórmulas matemáticas). Persigue el propósito de analizar la existencia (filosofía). Los combates dialécticos escenificados no sólo enfrentan a dos interlocutores, sino que también dividen a un mismo personaje. Se plantean problemas morales de carácter universal, dilemas que atraviesan a la humanidad desde las tragedias griegas.

Mayorga juega con la voz narrativa

, intercambia las perspectivas y los papeles de sus personajes y finalmente nos muestra el silencio como una inundación de significado. De su compromiso con el hombre y la humanidad se desprende un empeño por hacer del teatro un espacio de consciencia, de memoria y de crítica, así como un profundo amor hacia la palabra, que es acción y por ello intenta llevarla a sus límites.

El autor convoca al espectador para asistir a un misterio

ya que la mayor fuerza de su teatro está en la imaginación del espectador. Para ello, aboga por un teatro pobre, vacío de escenario como se ve reflejado con las escenas de mapas de ciudades. Se sirve de la metateatralidad para revelarnos aquello en lo que cree firmemente y nos interroga a cerca de quiénes somos y qué somos en este mundo. Considera necesaria la consciencia de un sujeto colectivo, a menudo interrumpido por interrogaciones (recursos estéticos). Los personajes de Mayorga son seres beckettianos (el irlandés Beckett fue la figura clave del teatro del absurdo –sus personajes cuestionan a la sociedad y al hombre a través de un humor negro-) cuya identidad es puesta en tela de juicio y hecha cenizas. La interrupción y la presencia del humor y la ironía permiten al dramaturgo hacer de su obra un tejido de citas de obras, autores y filósofos que lo habitan.

Es un arte dialéctico

y comprende la escritura como diálogo permanente con sus lectores y espectadores.

Entradas relacionadas: