Técnicas teatrales la casa de Bernarda Alba

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-El auto sacramental es una obra generalmente de un solo acto en la que se ensalza el misterio de la eucaristía mediante personajes alegóricos. -Entremés es una pieza cómica de un solo acto en la que los personajes son tipos populares. Más adelante se denominará a este formato sainete; en él se acentuará su carácter popular. -Melodrama es un término que en origen significa pieza dramática acompañada de música. Otras obras musicales son la ópera y la zarzuela.

Con el correr de los siglos las representaciones dramáticas buscaron su estabilidad: locales cerrados construidos al efecto donde se mejoró y complicó la escenografía, compañías estables de actores que llegaban a tener cierto renombre y un público fiel para el que la asistencia a un espectáculo no solo era un aspecto de diversión sino también un elemento de reconocimiento social. En el Siglo XX se ha producido una verdadera revolución en la representación y el espectáculo en la que resalta tanto la renovación de los lenguajes y de la estética así como en la participación del espectador en la obra.

el teatro español del Siglo XX: A lo largo del Siglo XIX el teatro se ha convertido en un negocio estable. Las empresas teatrales son privadas; por tanto, el teatro que triunfa es un teatro burgués, donde no tienen cabida ni ideas críticas ni nueva estética. Aquellas obras y aquellos autores que no responden a los gustos empresariales no son representados.

-La comedia burguesa de Benavente que retrata con un cierto nivel de crítica el convencionalismo de la aristocracia y la alta burguesía. Se trata de comedias de salón, aunque su incursiones en el drama rural -El teatro en verso, neorromántico y con determinadas influencias modernistas, aunque de ideología tradicionalista: Villaespesa y Marquina. -El teatro cómico costumbrista y tradicionalista que da imágenes estereotipadas de Andalucía (los hermanos Álvarez Quintero) o de Madrid (Arniches). Son sainetes que conectan con una larga tradición. En este apartado podríamos situar también el astracán, comedia llena de chistes más o menos fáciles, también con una fuerte carga conservadora.

Algunos intentos de renovación que deben citarse son: -El teatro de los autores del 98. Unamuno intenta utilizar el drama para transmitir sus ideas filosóficas y existenciales. De la misma manera podemos entender el teatro de Azorín.  -Mención aparte merece Valle-Inclán, que intentó superar el teatro del momento hasta llegar al llamado esperpento, mezcla lo trágico y lo burlesco, con personajes deformados por su propia realidad en un marco dramático  Luces de Bohemia (1920) inicia este recorrido teatral, que culmina con la trilogía Martes de carnaval (1921-1927). -Jacinto Grau, autor exclusivamente teatral, hace relecturas de mitos literarios o culturales.

-Ramón Gómez de la Serna, que se acerca al teatro vanguardista de Ionesco, con atrevidas puesta en escena de los personajes. -El teatro de la Generación del 27, incorpora los lenguajes de las vanguardias y tiene la intención de acercar el teatro al pueblo. La Barraca de García Lorca o el Teatro del pueblo de Casona son experimentos culturales para llevar el teatro clásico a todos los rincones de España y abrir paso a una nueva Concepción dramática, al margen de las compañías tradicionales. Alberti escribe obras de tinte surrealista (El hombre deshabitado) o de claro  contenido político (Fermín Galán); Miguel Hernández hace un teatro social con modelos del Siglo de Oro. -García Lorca representa la cumbre dramática de esta época. Se trata de un drama en verso pero con una visión atrevida sobre la imagen de la heroína de Granada. Los argumentos son distintos pero el tema es siempre el del choque violento entre la realidad y el deseo, el de la insatisfacción de lo no conseguido por ser imposible. Elige formas tradicionales y las va transformando hasta darle un sabor original, la preocupación social asoma en la presentación de sus personajes, el conflicto pasa de lo individual a lo colectivo. En este sentido la trilogía formada por Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936) es la culminación de todos esos esfuerzos, sin despreciar su teatro surrealista (El público).

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