Las vías de la perfección y el orden según Platón y San Tomás

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La cuarta y quinta vías proceden de Platón. Son la vía de la perfección, basada en la idea de ser perfectísimo; y la vía del orden, fundamentada en la idea de una inteligencia ordenadora.

La cuarta vía entiende que la esencia de Dios incluye toda perfección. El ser perfectísimo es aquel que obtiene un grado máximo de conocimiento sobre la bondad, la verdad y la unidad. En la realidad existen diversos grados de perfección: desde la maldad hasta la bondad absoluta. Por ejemplo, en el mundo hay entes que se acercan a estas cualidades de forma gradual y poco a poco alcanzan su máximo. Así, algo que es bueno o verdadero, lo es porque participa de la bondad que se encuentra en el grado máximo. Recordemos la doctrina platónica de la participación: el mundo sensible es porque participa del mundo inteligible. Algo es bello porque participa de la idea de belleza.

Por tanto, la bondad y la verdad máximas deben encontrarse realizadas en un ser que sea el máximo de cada género y la causa de todo aquello que se parece a dicho género. Debe haber algo que para todos los entes sea la causa de su bondad, su ser, y de todas sus perfecciones, y a este algo se llama Dios.

En la quinta prueba, San Tomás considera a Dios como causa del orden del mundo, una "inteligencia ordenadora" que rige y dirige el ordenamiento del mundo. Este argumento se fundamenta en una concepción teológica de la realidad y de los seres: todo lo que existe tiende a la consecución de un fin, quedando descartado el azar o la casualidad.

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