Virtudes y educación de la voluntad: la perfección humana en la unión con Dios

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5.- VIRTUDES. EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD.

LA UNIÓN CON DIOS PERFECCIONA AL SER HUMANO Y SUS VIRTUDES

La virtud viene de virtus = hábitus = hábito, disposición estable de la voluntad; el hábito de hacer el bien. Con la continuidad y la repetición de actos determinados se genera el hábito. La persona que consigue una virtud poco a poco se va haciendo cada vez más buena en esa determinada área y las cosas nos salen solas.

Las virtudes teológicas son hábitos pero no producidos por la repetición de actos buenos sino que son virtudes infusas o infundidas por Dios, es decir, virtudes que el hombre no puede conseguir.

FE:

Está formada por dos elementos: la palabra de Dios, un contenido concreto y comunicado por Dios, y la respuesta que yo le doy personalmente a lo que Dios dice. Dios habla y yo respondo. La fe es el hábito infuso por Dios en la voluntad que nos otorga un conocimiento sobrenatural. La fe nos capacita para ver las cosas como Dios las ve.

ESPERANZA:

Del verbo esperar. Un cristiano espera en relación al futuro y tiene una dimensión presente y una futura. Eso que esperamos en el futuro ya lo podemos disfrutar: "El que cree tiene ya vida eterna". Ya se está haciendo presente algo de lo que se espera de un futuro último. El objetivo de esa esperanza es la vida eterna, que no es lo mismo que la vida más allá de la muerte. Lo eterno se ha hecho presente en la historia, en el tiempo. Dios, como persona viva en la eternidad, ha hecho que nosotros, con la fe, podamos ya pregustar esa vida eterna. Nos va a añadir la perfección de aquello que todavía no podemos alcanzar, aunque sí conocer, mientras estemos en este mundo. Es la esperanza cristiana.

CARIDAD:

Del latín caritas, entrega, gracia, don. La palabra que la Iglesia inventó cuando Cristo murió haciendo referencia al amor. El amor cristiano es un don que Dios infunde en tu voluntad para entregarte la idea del amor de sí mismo, una donación. Amar como Dios ama. El cristiano es el que puede amar como Cristo, como Dios. El cristiano se reconoce por sus virtudes derivadas de las teologales que se llevan a cabo sin medida. El día de nuestro bautismo, Dios nos infunde las tres virtudes sobrenaturales, pero no desarrolladas, sino que debo hacer que crezcan en mí a lo largo de mi vida. Si de una persona quitamos la humildad, el resto de virtudes derivadas caerán. El cristiano se reconoce por la humildad.

Las virtudes derivadas ya eran conocidas por los filósofos griegos.

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