Bienes públicos puros o polares

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El presupuesto de las AAA PP Aunque los orígenes de los estados de bienestar se remontan al menos a finales del siglo pasado, es durante las décadas posteriores a la segunda Guerra Mundial cuando se produce la mayor aceleración en el proceso de creciente intervencionismo del estado en las economías de mercado. En el conjunto de la OCDE durante la segunda mitad del S XX el gasto de las AAPP ha pasado del 20 al 40 por ciento del PIB, alcanzando el 50 % en la eurozona. El gasto de las AAPP es susceptible de diferentes clasificaciones: funcional (quién gasta), económica (en qué) y funcional (para qué). Las principales funciones cabe
asociarlas con las consideradas en los tres apartados anteriores: estabilización, asignación y distribución. La función de estabilización agrupa partidas como las transferencias de capital o los intereses de la deuda. Dichas partidas pueden oscilar a corto plazo en algunos puntos del PIB para contrarrestar el ciclo, pero no explican el crecimiento del sector público a largo plazo. La función de asignación incluye la provisión de bienes públicos, entre los que cabe distinguir los bienes públicos puros y los mixtos. Los bienes públicos puros (administración general, justicia, orden público, …) constituyen el estado mínimo sin el que no podría funcionar ninguna economía. Su peso oscila algunos puntos por encima o por debajo del diez por ciento del PIB según la relevancia, entre otros, del gasto militar. Los bienes públicos mixtos (Educación, sanidad, vivienda, …) son aquellos que además de cierto grado de bien público (al beneficiar no solo a la población lo consume directamente), tienen efectos redistributivos al igualar las oportunidades básicas. Las partidas con finalidad redistributiva son las prestaciones sociales (pensiones, desempleo, enfermedad, ayuda familiar, …) y su peso depende factores coyunturales en el caso del desempleo y de factores estructurales en el caso de las pensiones. En el pasado la generalización de la sanidad, educación, pensiones, … y la elevación del nivel de las prestaciones explica el crecimiento del sector público. Actualmente, las principales preocupaciones en algunos países desarrollados tienen que ver con el envejecimiento poblacional que dispara los gastos sanitario y de pensiones. En cuanto a los ingresos, aunque a largo plazo su evolución es  la misma que la del gasto dado que su objeto es financiarle, acorto plazo puede crecer por encima (superávits) o por debajo (déficits). En las últimas décadas ha predominado la preocupación por la creciente acumulación de déficits (deuda). Por lo que respecta a la composición de los ingresos las dos grandes figuras impositivas son los impuestos generales sobre la renta  (IRPF)  y  el  consumo  (IVA).  Ambos tienen ventajas e inconvenientes, siendo  el segundo más regresivo y menos directamente perceptible que el primero. Otros impuestos sobre la renta de las sociedades (ISR), las rentas del trabajo (Cotizaciones Sociales) persiguen fines específicos aunque existen demandas para su integración en el impuesto general. Más controvertidas son las propuestas para elevar los impuestos sobre el patrimonio y su transmisión mediante herencias, para elevar la movilidad y frenar el aumento de la desigualdad observado en algunas economías desarrolladas durante las dos últimas décadas 





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