Herencia mórbida

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ANTES DEL FIN

Poe eso descarté el título de Memorias y también el de Memorias de un desmemoriado, porque me parecíó casi un juego de palabras, inadecuado para esta especie de testamento, escrito en el período más triste de mi vida. En este tiempo en que me siento un desvalido, al no recordar poemas inmortales sobre el tiempo y la muerte que me consolarían en estos años finales. Siempre me asombró aquella relación que se hacía entre la memoria y la continuación de la existencia. La memoria fue muy valorada por las grandes culturas como resistencia ante el devenir del tiempo.

En las comunidades arcaicas, mientras el padre iba en busca de alimento y las mujeres se dedicaban a la alfarería o al cuidado de los cultivos, los chiquitos, sentados sobre las rodillas de sus abuelos, eran educados . En torno a penumbras que avizoro, en medio del abatimiento y la desdicha, como uno de esos ancianos de tribu que, acomodados junto al calor de la braza, rememoran sus antiguos mitos y leyendas, me dispongo a contar algunos acontecimientos, entremezclados, difusos, que han sido parte de tensiones profundas y contradictorias, de una vida llena de equivocaciones, desprolija , caótica, en una desesperada búsqueda de la verdad. Pero no a la tierra en general, sino a aquel pedazo, a aquel ínfimo pero tan querido, tan añorado pedazo de tierra en que transcurríó nuestra infancia. Melancólicamente rememoro ese universo remoto y lejano, ahora condensado en un rostro, en una humilde plaza, en una calle.

Siempre he añorado los ritos de mi niñez con sus Reyes Magos que ya no existen más. Ahora hasta en los países tropicales, los remplazan con esos pobres diablos disfrazados de Santa Claus, con pieles pólares, sus barbas largas y blancas, como la nieve de donde simulan que vienen. Esos seres que ansíábamos ver, tardándonos en dormir, hasta que el invencible sueño de todos los chiquitos podía más que nuestra ansiedad. Sé que es mucho pedir, un imposible sueño, la irrecuperable magia de mi niñez con sus navidades y cumpleaños infantiles, el rumor de la chicharras en las siestas de verano.

Cosas así, no grandes, sino pequeñas y modestísimas cosas. O aquel conmovedor ritual, cuando llegaba la visita de los grandes circos que ocupaban la Plaza España y con silencio contemplábamos los actos de magia, y el número del domador que se encerraba con su león en una jaula ubicada a lo largo del picadero. En la soledad de mi estudio contemplo el reloj que pertenecíó a mi padre, la vieja máquina de coser New Home de mamá, una jarrita de plata y el Colt que tenía papá siempre en su cajón y que luego fue pasado como herencia al hermano mayor, hasta llegar a mis manos. VCuando los sobreviven, vuelven a su inútil condición de objetos y toda la magia, todo el candor, sobrevuela como una fantasmagoría incierta ante la gravedad de lo vivido.

Restos de una ilusión, sólo fragmentos de un sueño soñado. Adolescente sin luz, Tu grave pena llorás, Corazón, La infancia ya terminó.

Quedó para siempre atrás

Polvo cubre tu cuerpo, Nadie escucha tu oración, Corazón, tu infancia ya terminó.

Lee silenciosamente el texto y lego desarrolla las actividades durante la lectura. Fíjate en los números que están destacados para responderlas.

  1. ¿Qué piensas de esta última afirmación?

2- ¿Por qué el autor se siente desvalido?

3- ¿Por qué los ancianos son tan importantes en las comunidades arcaicas?

4- ¿Qué significa para ti la búsqueda de la verdad?

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