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Se detuvo el mancebo en la rampa, frente al mar
transparente. Comenzaba a brillar la mañana. En una
de las naves de Aguadulce fondeadas en el puerto, hercúleo
marino de color de bronce -cantando un alegre cantar de
aldea- enarbolaba el pendón tricolor del Istmo.

El mancebo sintióse inquieto de entusiasmo: el 
entusiasmo le hizo poeta y le inspiró este canto:

                                 1

¡Ved cómo asciende sobre el mar la enseña

que refleja en sus vívidos colores
el mar y el cielo de la patria istmeña!
¡Mirad...! ¡Es la bandera panameña,
vistosa cual gentil manto de flores!

                                2

¡Ved cómo asciende al mástil del velero
serpenteando con lánguida armónía
bajo la luz del matinal lucero,
mientras canta fornido marinero
con ruda voz, canciones de alegría!

                       3

El céfiro de Ancón, puro y fragante
como beso de virgen, acaricia
la tenue seda del pendón flotante
y tierno idilio sobre el mar sonante
con el céfiro la bandera inicia.

                       4

¡Bandera de la patria! ¡Con celajes
de púrpura encendida, con pedazos
del cielo de los ístmicos paisajes
y de marina espuma con encajes
tejieron nuestras vírgenes los lazos!

                       5

¡Bandera de la patria! Las estrellas
en tus colores su fulgor derraman
perennemente vívidas. Por ellas,
los hombres duros, las mujeres bellas
¡en patriotismo férvido se inflaman!

                       6

¡Ellas, en nuestros fuertes corazones,
la llama avivarán del heroísmo,
cuando al grito marcial de los cañones,
enemigo clarín vibre canciones
bajo el ardiente sol de nuestro Istmo!

                       7

Ellas reavivarán en nuestras almas
amor por nuestras fértiles campiñas
sembradas de naranjos y de palmas,
donde -tras de luchar- núbiles niñas
nos ceñirán de mirtos y de palmas...

                     8

¡Bandera de la patria! Sube...,sube
hasta perderte en el azul... Y luego
de flotar en la patria del querube;
de flotar junto al velo de la nube,
si ves que el Hado ciego
en los istmeños puso cobardía,
desciende al Istmo convertida en fuego
y extingue con febril desasosiego
¡a los que amaron tu esplendor un día!

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